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"Lo ocurrido en el Centro de Convenciones de San Luis Potosí fue penoso. La vanagloria de sí mismo llevada al extremo".
01:01 domingo 15 agosto, 2021
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El mensaje del gobernador Juan Manuel Carreras López con motivo de su último informe de gobierno, fue un ejercicio de autoelogio. Lo ocurrido en el Centro de Convenciones de San Luis Potosí fue penoso. La vanagloria de sí mismo llevada al extremo. Como el CEO (jefe de oficina o director ejecutivo) de una empresa de clase global que se planta frente a un auditorio para exponer las bondades de un producto que asombrará a todos, Carreras López habló de su gobierno y por extensión, de él mismo. El mensaje político propio de la ocasión, mutó en exposición pretendidamente magistral en la que el gobierno se presentó como un producto efectivo, altamente competitivo, eficiente y exitoso aún frente a las adversidades. La narrativa política del gobernante divagó en propaganda barata que de tan pseudoemotiva resultó cursi y de mal gusto. Según el CEO del gobierno de San Luis Potosí, el amor a la gente fue lo que guió su desempeño en el cargo. La pretendida innovación en la exposición del mensaje fracasó estrepitosamente y la ceremonia cayó en los vicios de cualquier informe: todo está bien, hay cosas por hacer, pero en síntesis, vamos muy bien. El gobernador no se plantó ante un atril ni leyó de corrido cuartillas y cuartillas. No estuvo parado las horas frente al auditorio de invitados especiales ni tenía un vaso de agua para refrescar la garganta. Lo subieron a un escenario con pantallas donde iban apareciendo los fundamentos que darían fe de la prosperidad que su gobierno trajo a los potosinos. Gozó de libertad para moverse en el escenario y leía el telepronter e intentaba ser ameno y espontáneo, se dirigía a las cámaras de video que transmitían a través de las redes sociales en tiempo real y quería mostrarse seguro y convincente. Se paseaba en el templete mientras desgranaba su letanía de presuntos logros, enfatizaba el tono de voz según los temas y abandonaba el fastidioso falsete del discurso político, se le veía práctico y desenvuelto, sin embargo, algo no conectaba, era como quien le habla al vacío. Ya lo dice el refrán: la mona aunque se vista de seda, mona se queda. Carreras López hizo lo que pudo, aunque el novedoso ensayo no podía lograr el objetivo de exhibir a un gobierno de alta calidad porque contra la realidad no se puede. Por la mañana del viernes cuando el gobernador hablaba en la tribuna del Congreso del Estado tras la entrega del sector informe, un hombre era ejecutado en la colonia Pavón, municipio de Soledad de Graciano Sánchez. Era repartidor de paquetería de una empresa de envíos. También durante la mañana del día del informe, en la calle Himno Nacional del municipio de Villa de Zaragoza, fue ubicado el cadáver de una mujer; estaba envuelto en bolsas negras y junto a los restos, mensajes de una organización criminal. En el día del informe, tres ejecuciones, lo cual desde la perspectiva del gobernador, no importa porque en homicidios dolosos, San Luis está por debajo de la media nacional. De poco o nada sirve innovar en la presentación de un informe de gobierno cuando lo que se expone no tiene asidero en la realidad. Las muestras de optimismo exacerbado, sin datos que lo soporten, no convencen a nadie, así como el triunfalismo sin límite, sin argumentos sólidos, suele voltearse en contra de quien lo expresa. Como se esperaba, el ejecutivo saliente responsabilizó a la pandemia de COVID-19 de ser el inconveniente que detuvo a San Luis Potosí en su camino al crecimiento económico y al bienestar social. Esa expresión doliente se ha repetido tanto que ya perdió sentido. Seis años después, San Luis Potosí sigue tan desigual como siempre, estancado en sus ancestrales rezagos y tan violento e inseguro, o quizás más que hace seis años. La pobreza ha agigantado su presencia, la corrupción quedó intocada, la deuda pública sigue tan viva como la impunidad para quienes la contrajeron y luego, solaparon. La transparencia y el derecho de acceso a la información pública, se limitaron a la obligada presentación de la declaración tres de tres; en los hechos, la opacidad caracterizó al gobierno. San Luis Potosí no prosperó y la mayoría de los potosinos no alcanzó mejores condiciones de bienestar, hay más muerte y miedo que antes, afirmar lo contrario es un engaño.